lunes, 10 de noviembre de 2014

Prefiero los lunes para estar triste; el abrigo gris que el saco negro.
              Las postales que los separadores, las libretas que los libros.
Prefiero los cortometrajes y las playlist con título.
              Esta taza para el té, esta cuchara para el azúcar.
Prefiero la lavanda que la mejorana.
              A veces sólo el silencio y el rumor. A veces nada.
Prefiero a Pavlova y su inexpresivo rostro de amistad.
              Su caminata sin prisa, sus ojos verdes, su ronroneo.

Prefiero los besos de mi marido, la mirada cómplice y mi anillo de lapislázuli.
              Los nombres secretos, una mano sobre otra, un dedo en la nariz.
Prefiero el centro histórico, su olor, sus ruidos, su inseguridad.
              La metáfora de su historia, de su traza original y su conquista.
Prefiero el inglés en mis audífonos y el español en la escritura.
              I hear you walking en el vacío de mi corazón.
Prefiero las palabras, una por una, escribirlas como pitonisas de lo que viene.
              Protagonistas de deseos, una construcción que no tiene espacio físico.
Prefiero escribir cuando todo parece no tener remedio.
              ¿Cómo se ataca algo que no tiene rostro? ¿qué es el mal?

No hay comentarios.: