martes, 23 de septiembre de 2014

Soñé con una pared que era como una arena movediza.
Tenía la textura de la arena falsa que venden en el MoMA.
La gente quería atravesarla para saber qué había del otro lado, pero yo no la atravesaba. 
Me daba miedo.
Desperté en mi casa, en mi cama. 
Todo era demasiado blanco.
Pavlova a mi lado también dormía.
Pensé en esos residuos que se quedan en el inconsciente. 
Esa escena del viaje que podría ser la más trivial como estar en una tienda y tocar la arena artificial, tocarla como se toca un llavero o se toca una postal que no se va a comprar, de un momento a otro, resulta que está en la memoria, en lo más hondo, ahí, siendo un significante.
¿Qué será lo que me da miedo de ese otro lado?

viernes, 19 de septiembre de 2014

Vuelo AM400

7:30 A.M. 
Howard Beach
Ellos van a trabajar, yo aterrizo.
¿A dónde van?

Central Park

Dos desconocidos que se encuentran. Beben una cerveza Corona.
Un concierto sold-out, un soundcheck gratis.

Bowling Brooklyn

Las arenas movedizas. 
Se juega sin zapatos.
Las drogas se contagian. 

Coney Island

Rusia en el camino.
Pescadores de muelle: la comida del día.
Empapados de melancolía.

53 st.  5 av.
Desayuno: compras.
Hablar en español.
La personalidad de la lengua madre

Dumbo
Caballos atrapados en una vitrina 
El aire helado, cargado de despedidas
Un lunes desarticulado

Union St. 
Joe Brainard, el miedo al olvido
El olvido
sin palabras

Galveston

El fin de una época

miércoles, 17 de septiembre de 2014

Puntos de encuentro


W 57 st. 8 av.
Me gusta que una ciudad se divida en este y oeste.

W 16 st. 9 av.
La vida sería más sencilla si sólo existiera el este y el oeste.

W 18 st. 6 av.
Si hubiera una quinta avenida que decide qué se queda de un lado y qué de otro.

W 53 st. 6 av.
Soñar despierta.

Broadway.
Desear estar en otra parte.

Bedford. Brooklyn.
Que la vida fueran los referentes con los que crecí viendo series estadounidenses.

Coney Island.
Ese post office me gusta.

Union Square.
Esa salida del metro.
Ese olor a lavanda en un mercado.

E 23 st.  5 av.
Ese contenedor de agua en la azotea de un rascacielos también me gusta.
Ese vaso con dibujo de gatitos.

W 57 st. 8 av.

Ese restaurante japonés.
Esta bolsa con forma de libreta.
Este té chai de calabaza.
Esta compañía.
Este soundtrack random tipo Eric Clapton.
Este dulce de regalis.
El tiempo haciéndose pequeño.
La gente en bicicleta yendo hacia alguna parte.
Edificios estáticos.
Vacaciones.



martes, 9 de septiembre de 2014


Había una vez una mentira.

Después una promesa

y al final una boda.

Solíamos caminar por el Soho
hacer compras en Chelsea
comer sushi en Brooklyn.


Lejos de Manhattan
aún seguimos siendo
dos personas diferentes
que se aman como personajes de Woody Allen
y que interpretan sus sueños
                                ahí
                                alguien lastima un pájaro
                                alguien aprieta la mandíbula al dormir.

Había una vez una mentira que se hizo verdad.

Después una promesa

y al final una separación.

Solíamos dormir en el trayecto
trazar rutas sin rumbo
y buscar un artista sin nombre.

Todavía somos personajes
desenfocados y un poco borrosos
pero al final tomando el mismo vuelo
como aves migratorias que comienzan un nuevo ciclo
y aunque no queramos tenemos que interpretar nuevas verdades
[y otras mentiras por decir].


martes, 2 de septiembre de 2014

maleta

Hice este viaje unas 10 veces sin subirme a un avión.
Pensé en todos los escenarios posibles, siempre luchando contra la ambigüedad.
Pensé en cambiar las fechas, en llegar a otros lugares y en no haberlo planeado jamás.
Quise no haber iniciado este viaje y no ser parte de esto.
Sin  hacer planes a futuro o pensar más allá.
Sabía que el hotel estaba en construcción y reservé todos los pisos por tiempo indefinido, pagué por adelantado.
Me atreví a jugar con el futuro, a pensar en una perpetuidad a corto plazo.
Debí saberlo, el futuro cambia con el presente.

Es imposible bajar, el avión ya está despegando...

Antes de ir al aeropuerto hice y deshice la maleta, tantas veces que perdí la cuenta. Saqué los recuerdos una y otra vez, en su lugar puse un poco de desilusión y olvido. Después pensé que necesitaría algunos recuerdos y volví a meterlos, me molestó que ocuparan tanto espacio. Hubiera preferido no llevar nada, sólo una maleta vacía para llenarla allá.
Estoy segura de que me cobrarán sobrepeso por cargar contigo y con tus dudas.

[Quiero llegar con la maleta vacía]
[Quiero volver a casa]