viernes, 18 de septiembre de 2015


1.     2006


Conocí a María Fernanda en febrero de 2006.
Fue ese semestre cuando cursé Cultura en la Edad Media con Antonio Rubial.
La recuerdo perfecto porque se recargaba a un lado de la puerta y platicaba interminablemente con el adjunto de Rubial. Un chico inconfundible por cómo se manejaba en la clase y medio se pavoneaba por los pasillos de la Facultad.
En esa misma clase tenía una compañera con la que fumaba en el pasillo que hizo una sentencia que después se convirtió para mí en una ley de vida: 
Sólo júntate con las niñas bonitas. 
Esa premisa se unió con la de mi mejor amigo. 
F al inicio del año escolar me dijo: sólo hay que juntarnos con los egresados de las prepas privadas es muy fácil reconocerlos.
M cumplía con las dos condiciones: bonita y de prepa privada.
Sé que M negaría con la cabeza al leer estas líneas frívolas, elitistas y de clase media petulante. Pero esa era la realidad. Su corte de cabello, su forma de vestir, de hablar y de ningunear a las personas con la mirada que no ve, era suficiente para que cautivara mi curiosidad por llevarme con ella.
Nadie nos presentó. 
Un día llegué y la saludé.
Fue una vez afuera de la Biblioteca Central.
Hablamos de un novio que ella tenía. La familia del novio era de Guadalajara. Me intrigaba su mirada, pero sobre todo me parecía que tenía una cara muy bonita. No usaba una sola gota de maquillaje. No lo necesitaba. En cambio yo sentía que no estaba completa si no me pintaba los labios de rojo.



2.    2009


En 2009 pasaron varios acontecimientos importantes en mi vida: me titulé de la licenciatura, gané la mención honorífica del premio Nostra Ediciones y me casé de blanco en una casona en Tlalpan.
M tuvo que ver directamente con el premio de Nostra. En el pasillo que lleva al Aula Magna de la Facultad platicamos de Literatura infantil. M tenía que ver directamente con mis dos mundos: historia y literatura. Me dijo que había salido la convocatoria de un premio, que quizá podría interesarme. Le dije que sí.
Ese mismo día me la envió a mi correo. Mandé mi texto y quedé como finalista del premio.
Ella viajaría a la Feria del Libro en Los Ángeles. Yo viajaría a Guadalajara.
Siempre se lo dije: tú me enviaste esa convocatoria. Sé que por mis propios medios nunca me hubiera enterado de la existencia del premio.
En septiembre de ese año me titulé y ella estuvo en la fiesta de mi titulación.
En diciembre me casé y me recriminó no haberla invitado a mi boda.
No éramos tan amigas. Era una amistad que siempre necesitaba de más espacio y eso, por alguna razón, no terminaba de cuajar.



3.    2010


Ese año las dos fuimos a Guadalajara. 
Nos encontramos en el cóctel de autores y editores en el salón Veracruz. 
Recuerdo que yo traía un vestido de puntos negros y blancos y bailé toda la noche. En cada respiro me acercaba y me sentaba ratos largos a platicar con ella.
Festejaba la publicación de mi primer libro, que un año antes había sido premiado. Ese libro no hubiera visto la luz si aquel día no hubiera platicado con M sobre literatura infantil y el barco de vapor y el Fondo de Cultura Económica, en donde M había hecho su servicio social.
M cada año que pasaba estaba más sumergida en el mundo editorial infantil. Y me emocionaba ser su amiga, sentir que era un tema que invariablemente nos unía.


4.   2012


Quizá fue el año que menos nos vimos porque viví nueve meses fuera de México. Pero cuando regresé la encontré en mi fiesta de bienvenida. Me gustó que estuviera ahí. Al final tengo la impresión de que M siempre ha estado cerca de mi vida.
La sentí más cercana en una reunión que hice en mi departamento en donde nos quedamos largo tiempo viendo libros álbum que había comprado en Japón. 
Me gustaba el criterio con el que los hojeaba y los analizaba.
En libros álbum sentía, y sigo teniendo esa sensación, de ser una neófita en el tema. Por otro lado siempre he respetado el conocimiento que tiene M sobre los temas, formatos e historias que se publican en ese género.



5.    2013

A principios de 2013 invité a M a escribir un texto sobre fotografía.
Recuerdo que no quería escribir. Yo la convencí de que lo hiciera.
Fue el texto más leído y compartido de todo el número.
"La fotografía como una muletilla para no olvidar", escribió M.
Ahora usamos nuestro blog para documentar todas aquellas cosas que nos cruzan la vida y que tenemos en común.
Ese año traería cosas inesperadas.


Yo también siento que la cena en el Cluny fue un nudo de la amistad.
Fue hacia finales de octubre. Antes de la FIL.
Tenía cosas importantes que contarle. Y por primera vez supe que era la interlocutora perfecta. Respetaba la independencia de M. Su camino andado en diferentes trabajos.
Al final yo me sentía dentro de una burbuja que quería romper pero que no sabía cómo. Sabía que M era libre.
Ella era el recordatorio de mi juventud.  Yo estaba en una vida adulta que me estaba deteniendo. Y sentía que mi vida pendía de dos pinzas.
En 2013 mi esposo me regaló en mi cumpleaños un Fiat 500 con quemacocos. 
Vivía en el centro de Coyoacán. Hacía reuniones en donde mis amigas fumaban mota en el balcón. Tenía dos gatas hermosas.
Me gustaba decirme a mí misma esta es mi vida y es perfecta.
A M le contaba en secreto que no lo era tanto.
Recuerdo a M en mi fiesta de cumpleaños. Una semana más tarde estaría en cardiología con mi marido. M fue de las personas que estuvieron al pendiente de mí en esa crisis.
Ese mes tuve dos carros: el viejo y el nuevo. Usaba el viejo para ir al súper. El nuevo para ir al hospital a visitar a mi marido. Usé el nuevo para ir al Cluny. 
M me dijo que nunca se había subido a un fiat 500.
Le di un aventón al metro Miguel Ángel.
Ese abril marcó puntos clave en mi vida. Y ella estaba ahí. Entendía por lo que pasaba. Yo no hacía drama. Me hubiera gustado llorar. Pero prefería tomar vino.



6.  2014

Fue el año en que las dos hicimos una mudanza juntas. Yo me iría a vivir al centro de la ciudad y ella a la Nápoles. Vimos un par de departamentos juntas. Las dos haríamos cambios radicales en nuestra forma de vida.
Yo entraría a trabajar en la Biblioteca Vasconcelos por recomendación de M. Después entraría al Consejo y me encontraría con un mundo que ella conocía al pie de la letra.
¿Te acuerdas cuando nuestros mundos nunca se juntaban?
Fue una pregunta que una vez me hizo M.
Había una vez una mentira que se hizo verdad.
A M no le gusta que diga mentiras.
¿Siempre habías sido así?
¿Cómo sucedió esto?
A veces me veo respondiendo preguntas que siento que ya debería saber de mí.
Muchas veces me siento una salvaje junto a la forma en la que ella racionaliza las circunstancias. Me dejo convencer fácilmente. Logra darme argumentos para entrar en razón. 
Este año abrimos nuestro blog. Fuimos a Nueva York. Y después a Guadalajara. 
En una logística perfecta. En roles definidos. Nunca tuvimos un problema.
M es el superyo en nuestra relación. Yo digo que sí a todo. Ella dice tal vez.
Hay personas selectivas y tú. Me dijo la otra vez.


7.  2015

Tenemos un diálogo privado.
Un lenguaje de miradas, guiños, dibujos y emojis que sólo nosotras conocemos. 
Conocemos nuestras fronteras. Sabemos de dónde viene cada palabra, cada dicho. Nos gusta hablar de la genealogía de nuestros propios refranes. Así decía W. Así decía A. Así decía H. Así decía B.
Nos apropiamos de frases para describir el presente.
Tenemos un soundtrack de este presente. Nos preparamos para sentir nostalgia. Queremos tener los sentimientos etiquetados. Evitamos la tristeza de los domingos hablando por Skype o haciendo el súper juntas.
No nos asusta que nos critiquen.
Apropiamos cada nombre que nos pueda definir.
Iceland.
Ice.
Esposita.
Eurobullet.
María.
María Fernanda. 
Tengo algo que confesarte en viernes a las 5.42.
Tira.
El amor siempre tiene fechas precisas.
Y María me responderá, tengo también una confesión:
No tengas miedo que Judas temió. Mamón.




martes, 8 de septiembre de 2015

I.
Conocí a Idalia Sautto hace muchos años, no sé cuántos.
Me gustaba cómo se leía su nombre.
Ayer dije que la conocí cuando todavía no alcanzaba el timbre. Es mentira, yo era la que no lo alcanzaba.
No sé muy bien cuándo se puede decir que conocemos a alguien.
Yo vi a I muchas veces en los pasillos de la Facultad y en algunos salones de clases.
I me saludaba de lejos y yo siempre dudaba que ese saludo estuviera dirigido a mí.
No recordaba haberla conocido, aunque quizá conocer a alguien signifique verlo siempre.
Hablamos largo y tendido un jueves por la noche, éramos las únicas dos mujeres en una clase que terminaba a las 9 de la noche.
Me contó poco de ella, pero dejamos algunos cabos sueltos. Con ello, la posibilidad de atarlos en otro encuentro.
No estoy segura de cuándo nos conocimos en un sentido más profundo, siempre sentí que me ocultaba la mayoría de las cosas de su vida.
Empecé a saludarla sabiendo que el saludo era para mí.

II.
Quizás la conocí mejor una mañana en la que fui a tomar mimosas y a tejer en su casa.
Me envío un mail para invitarme, ahí se refería a mí como "María Fernanda", su seriedad me asustaba.
Tuve la sensación de que sería un encuentro muy formal, y lo fue.
Yo tejí fatal, el grupo estaba formado por expertas. Contrario a la regla, apreté el estambre morado tan fuerte como pude.
De ahí en adelante, fui invitada a todas sus reuniones y cumpleaños. Siempre con un dejo de formalidad y una pequeña plática sobre nuestros temas en común.
Supe que la conocía cuando la sorprendí bailando en el Salón Veracruz. Me hizo algunas confesiones que no se le hacen a cualquiera. Ahí supe que éramos amigas.

En adelante, fui testigo de su vida desde lejos. Me sorprendía el hecho de que llevara la vida que llevaba. Era siempre mi ejemplo para decir que el amor no tenía edades, también fue mi ejemplo para saber que cualquier amor fracasa. Las razones, miles.

III.
Supe que la conocía cuando me citó en Cluny.
Llegó con su bolsa de gatitos y se tomó un par de copas de vino. Para mí era una señora.
El recuerdo de la confesión que me hizo en la pista de baile, me hacia pensar en ella como alguien sólo unos años mayor que yo.
Un recordatorio de que no existía tanta distancia entre nosotros.
Esa noche me confesó más cosas. Supe que después de los 25 años todos somos iguales y sentimos más o menos las mismas cosas.

IV.
Hace un par de años seguí de cerca su separación.
Un día después de la primavera, visité su casa en República de Cuba.
Su nueva vida se convirtió en un hecho.
Cada revelación me coloca en un nivel distinto de la amistad con I.
Nuestras vivencias recientes se han dado en paralelo.
Hacen que una sea la extensión de la otra.
Yo soy, casi siempre, la parte racional en la relación de m: i.
Ella es la visceral, la que decide que no hay que pensarlo demasiado.

V.
La desconozco cuando se mimetiza con universos ajenos, pero sé que siempre vendrá a confesarse conmigo.
Si la regaño, bajará los ojos y cambiará de tema.
Los secretos guardados son nuestra forma de conocernos.