lunes, 25 de mayo de 2015

Querida I,
En días como hoy puedo pensar en pocos refugios.
Me tranquiliza que este lugar siempre esté aquí.
Aún en las primaveras más aceleradas y absurdas de las que hemos tenido noticia.
¿Te acuerdas cuando nuestras casas y nuestros problemas eran otros?
Las certezas eran más pero menos placenteras.
Empecé a escribir este texto hace unos días y lo retomo ahora.
Sintiéndome un poco igual y un poco peor.
Me gustaría que todo fuera más fácil, dejar de ser este tipo de persona que se tira al vacío sin importarle lo que pasará después.
Hoy ya es después y después es abrumador.
Tú dices: "no eres normal", yo acepto.
No quiero crecer, no quiero tener que aceptar la vida como es.
Hacer un berrinche y que se haga lo que yo digo.
Me ha dolido la cabeza desde que desperté (sin despertador).
Caminé desde lejos hasta mi casa. Estaba lloviendo y por eso lo hice.
Pensé que sería la escena perfecta.
Ojalá todo estuviera menos mediado por la literatura y le llamáramos a las cosas como son.
Necesito que el tiempo pase rápido.

Se me indicó de antemano, lo sé.

Te quiero,

M.

P.D. ¿La multiplataforma nos resta discurso?
P.D. 2. Me emociona pensar en impreso.




martes, 12 de mayo de 2015

Querida M,
Hoy desperté. Ayer olvidé cerrar las cortinas. Así que de golpe vi las nubes. 
Unas nubes esponjadas, como borregos fugándose hacia el Ajusco. 
Se desplazaban hacia cada lado de la Torre Latino.
Tomé una foto. 
Siempre es la misma foto, desde el mismo ángulo de mi ventana y el mismo Hotel Congreso Garage asomando en primer plano. 
No sé cuántas veces he tomado esa foto desde que llegué a Cuba. 
No importa porque el color del cielo y las nubes nunca son las mismas, nunca, en estricto sentido, es la misma foto. Me recuerda el cuento de Paul Auster en donde un señor tomaba una foto todos los días a la misma esquina. ¿Lo recuerdas? Tenía todas las fotos en un álbum.
También me acuerdo cuando me diste a leer un libro de coincidencias de Auster. En donde narra cómo iba a morir por un rayo. Me lo enviaste porque nuestras entradas iban a hablar de eventos extraordinarios. Sin saberlo nos dirigíamos a una (la) historia de P. A., que ya había comenzado años atrás. Nunca sabemos cuándo el pasado tomará importancia. 
Ahora mismo puede ser que estemos en medio de una coincidencia y no lo sepamos aún.
Quizá siempre es la misma coincidencia, como la foto, sólo que la atmósfera cambia.
Acababa de tomar la foto de las nubes y la Torre cuando me enviaste un whatsapp:
"Lluvias fuertes por la tarde".
Traje mi paraguas de pato a la oficina.
Traje también un libro de Walter Benjamin que me regalaron de mi cumpleaños.
El prólogo comienza así:
"El pasado está lleno de cosas curiosas, tristes y alegres, y en su mayor parte olvidadas. Gente que uno catalogaría como extraña, lugares ahora inhabitables, hechos para los que parece no haber explicación. Pero el presente también tiene sus misterios, aunque sea lo más próximo y podamos tocarlo con la mano".
Esta correspondencia parece presente puro, pero también ha mutado, seguimos asombrándonos de nuestra cercanía y, sin embargo, ya tenemos una distancia que podemos mirar con cierta extrañeza. 
Prevalece la amistad, los códigos secretos y los emojis en descripción.
Te quiero,
I.



domingo, 10 de mayo de 2015

Querida I,
Cenamos quinoa y acordamos que abriríamos un blog.
Lo abriste esa misma noche. Tú siempre cubres la parte de la acción, eso me tiene tranquila.
Ésta es una primavera muy diferente a la pasada.
Ayer caminamos por las mesas donde nos sentamos hace unas (cuatro) semanas.
Cuando el futuro prometía ser mejor.
Recapitulamos nuestro año pasado.
Hace un año gritaste mi nombre afuera de Galveston. No sé cómo te escuché. Siempre pienso que es el tipo de cosa que yo jamás haría, Impulsitos Sautto.
El mayo pasado anunciaba un período de calma y espera. Decía que todo iba a estar bien.
Éste dice que pasará y que todo tiene que estar mejor.
Hay que saber esperar.
Pronto quiero contarte que todo está bien.
Que las capturas de pantalla digan eso.
Ya no me gusta la quinoa, me recuerda a NY de septiembre.
Galveston sigue siendo el mismo lugar. Este septiembre se anuncia como un puerto sin pretensiones después de un road-trip improvisado.
Ayer escribí que eras una extensión de mí. Me gusta pensar que la amistad es eso.
No te pierdas de ti, ni de mí.
Te quiero,
M.

viernes, 8 de mayo de 2015

Querida M,
Hace un año comenzó una correspondencia que después salió a la luz en este blog.
En esa primera entrada te hablé del libro: the dark said.
Acababas de volver de N.Y. y fue uno de los libros que habías traído contigo.
Hoy siento que he caminado un poco por la oscuridad, a veces me logro encontrar, otras veces me pierdo en la inmensa oscuridad.
Sólo tenemos la certeza de que hay algo más allá.
Quiero decir, más allá de los días, de la tristeza, de la lluvia y de las ecobicis.
¿Pero qué sería de nuestra vida si no nos atrevemos a mirar la oscuridad?
No estoy segura si después de un año podemos decir que las cosas han cambiado.
Seguro que han ocurrido cambios, pero las mudanzas prevalecen.
Sigue Allende y sigue Galveston.
También siguen las palabras en su camino por intentar opturar los vacíos que tenemos dentro. Algunos que logramos descifrar y otros que se pierden en el día a día.
Quizá de las cosas más bellas que han ocurrido últimamente es descubrir en la blogosfera una imagen tuya leyendo, recargada en un barandal del Metrobús.
Me gusta que éste sea el espacio en donde sólo escribes, como si se trataran de telegramas, algunas impresiones de todo lo que ocurre.
Cuando abrí mi iPhone por la mañana tenía un whatsapp tuyo que decía: No te pierdas a ti.
No me voy a perder porque siempre tendré las palabras como un delgado hilo que me sostiene a la realidad.
Te quiero,
I.