lunes, 17 de agosto de 2015

Una vez una persona me dijo que comenzaba a escribir cualquier cosa para después decir lo importante. Como cuando los cantantes vocalizan. Después se podía volver al principio y borrar el ensayo. Lo que no fue importante escribir pero que era necesario para comenzar.
Un texto más o menos largo o corto, no es así, no es relevante la medida sino el contenido que tenga.
A veces ensayo los textos que quiero escribir. Los pienso antes de escribirlos. Como tema o como sentimiento.
Me gusta enumerar los sentimientos del día. Saber qué me hizo sentir la lectura de un texto después de terminarlo. Pero lo que realmente he sentido es un temblor.
Me quiero robar el sueño de alguien más y decir que fue un terremoto. Un terremoto siempre deja heridos. Esa es la respuesta. La mayoría de las veces deja muertos.
Cuál es el lugar del terremoto.
La semana pasada me enviaron un simulacro de bomba atómica. Con motivo de los 70 años del ataque a las ciudades japonesas, alguien, no sé quién, hizo un simulacro de bomba atómica. Si cae una bomba atómica en pleno zócalo capitalino, mi edificio desaparece. El refugio que podría tener sería a unas cuadras del Monumento a la Revolución. Bien pensado mi trabajo también es un refugio.
Estos días he decidido caminar al trabajo.
Banquetas mojadas. 
Basura.
Indigentes.
Esta frase la escribió M: "me gusta saber que la ciudad es la misma, que las calles no se han movido".
El downtown es inmutable e imperecedero como las ideas. 
El downtown también es lo que menos definición tiene como el ser. 
Ay... "muy filósofa la pendeja", dirán los envidiosos, los realistas sólo dirán que soy una pouser.
Después de año y medio de vivir aquí siento que tengo toda la vida respirando el centro de la ciudad, es una sensación de pertenencia, de no querer salir de esta zona.
La vida adulta viene en forma de fichas.
En fichas del SAT, con impuestos que tienen puntos y decimales. Cantidades perfectas y calculadas, siempre sin perder un peso, cada mes. El gas, la luz, el teléfono. Recordatorios de que eso es la definición de responsabilidad.
Los puntos de encuentro comienzan a colapsar con otros puntos de encuentro.
Tengo semanas sin recordar un solo sueño.
Duermo como si muriera.
Muero como fiesta.
Fiesta como baile.
Baile como canción.
Canción como tarareo.
Tarareo como hablo.
Hablo como pronuncio.
Pronuncio como escribo.
No hay downtown sin covers de los noventa, sin travestis, sin caguama en bolsa, sin cocaína.
No hay downtown sin amanecer en la azotea.
Siempre hay basura en el downtown.
Siempre.

domingo, 16 de agosto de 2015

Tuve ganas de escribir un texto más o menos largo, ensayé por un rato y me quedé corta.

Nunca lo logro.

Después de temporadas caóticas está bien parar un poquito y ver qué se conserva después de todo.
Los lugares suelen mantenerse, la percepción de ellos se altera.
Las ciudad se llena de lugares con nuevos significados, las calles suenan distinto.
Un camino que parece ser el de siempre es ahora el hilo que une varios puntos de encuentro. 
Me gusta saber que la ciudad es la misma, que las calles no se han movido.
Aunque sigo sin saber dónde estoy parada, tengo algunas certezas.
Esta casa sigue siendo la misma, el sol se mete siempre a las mismas horas.
Las plantas aquí crecen bien. La vida adulta me hace no olvidarme de regarlas.
Maté una planta, la regué y volvió a la vida. Sé que depende de mí.
Los animales son los hijos de los sin hijos. Las plantas los animales de los sin animales.

Soñé que el clóset estaba lleno de ratas, salían por la pared.
Desperté y no hay ninguna. Puedo dormir tranquila.
Me gusta vivir aquí: en esta casa, en esta vida y en esta calle.
Que esta calle se llame como un plan a corto plazo, como una novela por leer.
Como un relato a escribirse aquí.