Minutos que se convierten en medias horas
de espera.
Esperar en el
hotel, en el restaurante, en los taxis, en el trayecto.
Otros acentos.
Otra forma de
nombrar el mundo, otra pronunciación de lo que parece lo mismo pero no lo es.
Descubrir a Genaro García, el historiador
y el abogado, en un desayuno del Fiesta Americana.
Emocionarme
por la genealogía de M.
Emocionarme por
las casualidades entre su tatarabuelo y la calle en la que vivía mi abuelo.
Generación espontánea de sentimientos.
Estar y no
estar. Reconocer la música y bailar. Dejar de bailar y observar. No querer
estar ahí pero sí estar. Dicotomías estúpidas de no quiero ir pero iré.
Caminatas en calles solitarias sólo para
descubrir que en Guadalajara no hay grillos en la noche. Compartir la caminata
con M., usando el Google maps como brújula.
Encontrar
una nopalera, una vía del tren y una fábrica de cerveza.
El agotamiento sin sentido.
Salir de la
rutina es cansado, el cuerpo está acostumbrado a los horarios fijos.
Caminar por la FIL y descubrir que todos
los caminos llevan siempre a un único stand.
Sentir que es
como el año pasado y tratar de encontrar las diferencias. Descubrir que los
baños siguen estando en el mismo sitio.
Los mismos
vendedores del año pasado en los mismos stands que tienen categoría de
favorito.
Aire acondicionado. Calor. Aire
acondicionado y calor.
Miradas de reconocimiento, miradas de
rechazo, miradas de complicidad.
No es
necesario comprar todos los libros que parecen indispensables porque no lo son,
sólo parecen.
Escuchar al menos una vez en toda la
estancia el sonido del tren que anuncia su paso.
Tomar de más y que te pregunten: ¿ya
estás borracha?
Tener cruda
moral por el simple recuerdo de la pregunta.
Enumerar cajeros automáticos.
Usar todas las
aplicaciones y descubrir que funcionan en provincia.
Preguntarse todo el tiempo por cosas que
no llevan a ninguna parte.
Recordar la
infancia, hablar de viejos recuerdos que nos han contado.
Estar feliz, estar triste, estar feliz,
estar triste.
Hablar de
cosas que usualmente nunca hablaría. Hacer recapitulaciones.
Descubrir una arruga en la frente que se
ha marcado para siempre.
Verme
al espejo y saber que he cambiado. Soy y no soy.
Empacar de nuevo y reflexionar sobre lo
que no era necesario comprar.
El inmenso
deseo de volver a casa. Pensar que está esa casa esperando y sentir alivio.
Cambiar la fotografía, enviar mensajes y reír mucho.
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