miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cosas que ocurren en la FIL

Minutos que se convierten en medias horas de espera.
Esperar en el hotel, en el restaurante, en los taxis, en el trayecto.

Otros acentos.
Otra forma de nombrar el mundo, otra pronunciación de lo que parece lo mismo pero no lo es.

Descubrir a Genaro García, el historiador y el abogado, en un desayuno del Fiesta Americana.
            Emocionarme por la genealogía de M.
            Emocionarme por las casualidades entre su tatarabuelo y la calle en la que vivía mi abuelo.

Generación espontánea de sentimientos.
Estar y no estar. Reconocer la música y bailar. Dejar de bailar y observar. No querer estar ahí pero sí estar. Dicotomías estúpidas de no quiero ir pero iré.

Caminatas en calles solitarias sólo para descubrir que en Guadalajara no hay grillos en la noche. Compartir la caminata con M., usando el Google maps como brújula.
            Encontrar una nopalera, una vía del tren y una fábrica de cerveza.

El agotamiento sin sentido.
Salir de la rutina es cansado, el cuerpo está acostumbrado a los horarios fijos.

Caminar por la FIL y descubrir que todos los caminos llevan siempre a un único stand.
Sentir que es como el año pasado y tratar de encontrar las diferencias. Descubrir que los baños siguen estando en el mismo sitio.
Los mismos vendedores del año pasado en los mismos stands que tienen categoría de favorito.

Aire acondicionado. Calor. Aire acondicionado y calor.

Miradas de reconocimiento, miradas de rechazo, miradas de complicidad.
No es necesario comprar todos los libros que parecen indispensables porque no lo son, sólo parecen.

Escuchar al menos una vez en toda la estancia el sonido del tren que anuncia su paso.

Tomar de más y que te pregunten: ¿ya estás borracha?
Tener cruda moral por el simple recuerdo de la pregunta.

Enumerar cajeros automáticos.
Usar todas las aplicaciones y descubrir que funcionan en provincia.

Preguntarse todo el tiempo por cosas que no llevan a ninguna parte.
Recordar la infancia, hablar de viejos recuerdos que nos han contado.

Estar feliz, estar triste, estar feliz, estar triste.
Hablar de cosas que usualmente nunca hablaría. Hacer recapitulaciones.

Descubrir una arruga en la frente que se ha marcado para siempre.
            Verme al espejo y saber que he cambiado. Soy y no soy.

Empacar de nuevo y reflexionar sobre lo que no era necesario comprar.
El inmenso deseo de volver a casa. Pensar que está esa casa esperando y sentir alivio.

Usar el chat de Filísimas y festejar un año de diálogo entre A. y M.
            Cambiar la fotografía, enviar mensajes y reír mucho.




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