Expropiación de libros...
eufemismo estúpido más bien robo.
Esta frase me la escribió
Mariano Villegas.
Hace muchos años en un mail
que ya no existe pero que todavía recuerdo.
¿Qué era la expropiación de
libros?
Los Sanborns de la ciudad
de México cierran a la una de la mañana. Cierran a esa hora por el bar pero
toda la tienda está iluminada y al menos hasta las 12:30 todavía hay gente en
la parte de las revistas, todavía hay gente viendo libros en la nunca
pretenciosa librería del Sanborns.
Pero ¿qué venden en la
librería del Sanborns?
Uno pensaría que sólo están
los libros comerciales, los más vendidos, editorial planeta, el horóscopo
chino, la edición barata de Madame Bovary.
Pues no. Hay buenos libros.
Si uno busca busca busca, encontrará ediciones comentadas de Rayuela en
editorial Cátedra.
En ese momento era 2004.
Esperábamos que diera la
última media hora del turno de Sanborns y entrábamos a expropiar libros.
Lo hacíamos regularmente,
cada semana al menos.
Después M pronunció un verdad
que no conocía:
"Cada libro robado es
un libro maldito".
La maldición consistía en
que ese libro robado jamás sería leído en su totalidad.
Sería un libro comenzado a
leer pero siempre existiría un factor que nos impediría terminar la lectura.
Después de M, siguió
Frederik.
Fue con él con quien
compartí la expropiación de libros heredada por M.
Pero F tenía carro así que
hicimos una ruta de Sanborns.
Comenzábamos en División
del norte: Sanborns glorieta del Riviera, Sanborns Miguel Ángel de Quevedo
esquina División, Sanborns Centro de Coyoacán, Sanborns Altavista y como remate Sanborns
Plaza Loreto.
En ese entonces fueron los
libros de Houellebecq. Fueron los libros de Raymond Queneau, fue Virginia Woolf,
fue Freud, el Quijote, George Orwell.
La consigna después de cada
robo era vencer la maldición.
Un madrugada… no recuerdo
por qué, después de una ruta completa, ya estaba en mi casa, con el botín,
había leído por horas tratando de eliminar toda huella de maldición. Di varias vueltas sin conciliar el sueño hasta que le envié un mensaje a
F.
I: No puedo dormir.
F: Tengo una idea.
I: Qué.
F: Cuenta todos los
Sanborns que conoces y que no hayas robado aún.
¿Predisposición genética o motu
proprio?
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